Autor Omar Lavalle

Desde la Revolución Industrial (Siglo XVIII), los seres humanos han tenido avances significativos en diferentes áreas como salud, servicios públicos y educación. Mientras un servidor redacta estas líneas, otra persona hace una transferencia bancaria, alguna más ejecuta una videollamada y otra compra algún objeto que necesita para que llegue hasta la puerta de su casa.
¿Qué pasa con la educación?
Hay una parte positiva y otra negativa. El ejemplo se vivió en aquel 1 de marzo de 2020, cuando el Gobierno de México anunció la pandemia de COVID-19. Muchas escuelas contaban con la tecnología para hacer frente a las necesidades de sus estudiantes. Un gran número de ellas eran escuelas privadas. Los alumnos de escuelas públicas sufrieron los estragos devastadores de un evento que retrasó mucho su adherencia de conocimientos y habilidades escolares.
Al indagar con conocidos sobre la situación, pude comparar la manera de trabajar de algunas escuelas públicas y privadas.  En las primeras, algunas maestras enviaban por WhatsApp las actividades y las madres de familia debían estudiar con sus hijos desde casa por medio de imágenes y ejercicios que las maestras indicaban. Algunas, las más comprometidas, compraron una cuenta en Zoom o se adaptaron a otros medios de comunicación para dictar sus clases. Las escuelas privadas siguieron con clases por medio de plataformas y había un seguimiento y apoyo para las familias y alumnos. Claro, no se debe generalizar, pero en muchos casos así ocurrió. La tecnología fue primordial; si esto hubiera pasado el siglo anterior, el resultado hubiera sido diferente.
La pandemia representó un punto de partida para el uso de la tecnología. Existen primarias en China, donde los alumnos utilizan diademas que miden su nivel de concentración, y en tiempo real, los maestros envían a sus padres la estadística para que ellos estén al tanto del nivel de su hijo. Las opiniones son dividas; hay quien cree que esto representa algo negativo, puesto que el niño vivirá con la idea de que sus papás están al tanto de lo que hace en todo momento. Otros, manifiestan que permitirá mejorar las acciones que tomen los padres de familia sobre los hijos y así, intervenir en la educación  oportunamente en casa. Sí, ambas posturas tienen puntos de certeza, pero ambas tienen puntos de desencuentro. A futuro, el gobierno y las escuelas corroborarán si es una medida positiva o negativa.
Existen, ahora, centenar de aplicaciones para poder realizar trabajos. Hay las que te permiten contestar temas sobre cualquier materia, desde redactar un ensayo sobre las consecuencias de la llamada “Guerra Fría” en nuestros días, hasta resolver un problema de integrales con procedimiento para la universidad. Todo se puede hacer en estas aplicaciones. ¿Es bueno o es malo? Quizá ahondaríamos en filosofía para saber qué es bueno y malo, pero no es que sea bueno o malo, probablemente el fondo sea cómo y de qué manera la utilizamos. Hay alumnos que no saben el abecedario, desconocen cuál es la capital de Francia, les cuesta entender o no entienden la regla de tres, ¿leer?, imposible, leer ya es una actividad que muy pocos desean realizar, porque existe e  impera una cultura del scrolling, de la satisfacción inmediata y de la ley del mínimo esfuerzo. La IA (Inteligencia Artificial), funciona para facilitar procesos, utilizarla como único elemento de búsqueda o apoyo es un error grave, desplazar al libro físico como instrumento de apoyo, también es un error, así como no vigilar y promover una cultura de respeto entre los jóvenes, es otro error, pero también hay bondades que permiten facilitarnos la vida.
Si en una hoja de papel dibujáramos un perro, y, posteriormente con nuestro celular tomáramos una foto y le pidiéramos a Gemini (una inteligencia artificial) que ese mismo dibujo lo convierta en una pintura de la corriente del cubismo, obtendríamos un dibujo original, con el estilo que imprimió en el siglo XX Pablo Picasso. Las clases pueden ser dinámicas, pueden generar interés genuino en los jóvenes, pero ahora parece que el maestro debe esforzarse con muchas herramientas para satisfacer el compromiso del joven para con la escuela, debe dar resultados concretos y además quedar bien con los padres de familia.
La IA soluciona problemas escolares. En algunos casos, genera situaciones peculiares, porque hay alumnos que no saben redactar un correo, pero saben realizar una imagen con un personaje famoso saludando a ellos mismos o a un amigo. Posiblemente, debamos educarlos más en tecnología, porque aunque afirmemos que ellos ya tienen “el chip de la tecnología integrado”, en muchas experiencias educativas teóricas y empíricas no tienen las competencias necesarias para poder desarrollarse de manera plena e independiente a futuro en un empleo.
Ahora bien, si un alumno escribe en una IA: Genera por favor un escrito de 824 palabras sobre los beneficios de la IA en la educación, seguro escribirá algo mejor que lo que he escrito y le habrá costado menos de medio minuto.

Deja un comentario

Tendencias